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Dialogo para no dejarte morir

 

-¿Qué haces aquí?, en cualquier momento vas a atrapar una bala con la cabeza o te encierran unos días por andar diciendo todas tus ideas de inadaptado.

-Esperando, los espero para cuando vengan, con la alegría de quien anhela el fin de año, y como dijo aquel, les diré; “¡Póngase sereno y apunte bien!”. Sera esa fijación oral tan grande y sádica, será que por eso mismo me dieron ganas de volver a conocer a mi Mercedes, que me han dado ganas de volver a esperar aquí, con usted, con cualquiera.

-Siempre tan ridículo y elocuente tu –me decía volteando los ojos– ¿Es de mi interés que se estén dirigiendo para acá y vengan a por ti?

-Supongo, está usted aquí conmigo, y aunque le vaya a parecer genérico y le suene a lo romántico por ordenarle algo en su cabeza y adornar su cuento, le invito a que siga esperando aquí conmigo, aquí sentada. Yo le juro que cuando los vea aferrarse a esa lluvia, cuando los vea venir e irse caminando así, de esa manera tan suya, le aseguro que un par de cosas se le mueren dentro y vuelve a creer en otras cuantas, – me miraba como si  no quisiera aceptar la naturaleza de nuestra relación – no lo he pensado antes pero me ha recordado usted a un viejo que iba siempre repitiendo un discurso de como huyo y nunca logro saber, me recordó a la insistencia de ambos por etiquetar y tener por seguro su siguiente paso, estoy bien seguro que él también tenía miedo de brincarle al siguiente día solo por curiosidad y anhelo.

-Pues casi sin querer ya me tienes aquí esperando no sé qué, es más, me atrevo a decirte que me estas obligando a ello, anda ya dime más de esos “ellos”.

-Por la sonrisa en su rostro tampoco creo que le moleste tanto estar aquí conmigo.

-¿Quién es Mercedes?

-La primera persona que me ayudo a ver, me gusta pensar que ella invento la idea en mi cabeza de que algún día alguien llegaría a ponerle fin a todo esto que tanto me molesta. Quizá me creí tanto la fantasía que para mí infortunio se hizo realidad. Aunque también pudiera ser nadie, da igual, pero si fue Mercedes definitivamente la que me inquieto este anhelo que se repite tanto, tanto y me hizo amar la contradicción.

-O sea que no es la primera vez que tienes este pánico… bueno que más da, yo he pensado  que me gusta tu forma de vivir, así vivir sin decir nada, para que cuando yo te vea a los ojos no necesite decirte nada. Pero aquí sentada esperando, siento que nada mas no me va a volver el alma al cuerpo, y que contigo no me responde la mente.

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-Precisamente eso último es lo que me ha hecho tenerles tanto miedo a nuestros perseguidores (porque eso son a esta altura de nuestra conversación) –una vez más me observaba incrédula y parecía casi enojada– y a ver que le juro que cuando los vea y observe como coincidieron y como pareciera que los inunda una eterna lluvia, dejara usted de verme así – volvió a sonreír, esta vez como un infante – para mi verlos apretujarse fuerte las manos y las ideas, que de tanto en tanto se les hicieron raíces, verlos ordinarios y cada día más flacos, me causo un dolor de cabeza que me dio miedo, pero le juro igual que es demasiado esperanzador.

-Entonces, ¿era esa lluvia la que bañaba sus ideas y los colmaba de alegrías? O ¿fue eso lo que termino por limpiarles lo romántico? –Lo dijo casi en un tono burlón–

-Y seguro no estoy, pero uno de ellos sabía y sabe la respuesta a sus preguntas, solo uno.

-Pues ya me harte de no saber más, ¿Cuántos son los que vienen? – Me dijo un tanto molesta pero aún le brillaban los ojos por la curiosidad–

-Qué se yo, la última vez fueron dos, y vinieron de temporada y ocasión.

-Pero alguno habrá terminado con culpa.

-Sí, supongo, aunque nunca supe quién fue el que acabo sintiéndose así, pero si cierto es que al final de aquella ocasión, todos terminaron sufriendo de apoplejías románticas y sociales.

-¡Dios mío!, si tantas veces ha pasado y así ha sucedido, ¿Por qué te encuentro otra vez en este relato horrible esperando por lo mismo?, si es cierto que yo también le he rezado a no sé quién por esperar una caricia que no venía, por tener la fuerza para levantarme de aquí y correr de esta revolución tangible, de ideas impúdicas, de esas apoplejías románticas y sociales que tú dices, pero me parece un tanto exagerado, volver al mismo lugar.

-Qué se yo, así es la naturaleza de esta relación nuestra.

-Entonces sin saber cuándo volveré a sentarme en esta banca, termina así y aquí, porque es raro y por eso empuje mi suerte, porque era mejor que lidiar con algo que ni conocía, era mejor escuchar tus tonterías. Eres demasiado ordinario, pero si tengo que confesar que nunca me había interesado tanto ningún sociópata como tú.

-Pues ahora está usted aquí conmigo celebrando y sintiendo que no se le va a acabar la vida, así que cuando este lista le invito a que definitivamente le demos muerte a esto, a que apuntemos bien, además tenemos que irnos ya, sin darnos cuenta se nos fue la noche platicando, mire está amaneciendo.

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