top of page

Promesas Vulgares

Prometiste estar cuando se enfriasen las piernas.

Y lo prometiste sonriendo al mundo, siempre con tu descarado carisma.

Prometiste curarme de todo lo que ya nada remediaba.

Y el día que lloraste en la iglesia me di cuenta que realmente nos amábamos.

Que nos amábamos como pudiera la hoja al sereno, que nos adorábamos como te prometí  en nuestro mejor momento cliché, acostados en la cuadra.

Te prometí quererte a lo mexicano, a lo Chavela Vargas, léase a lo chistoso y ridículo por favor, ¡pero no se le olvide que es poema! A lo Agustín Lara te jure por mi vida siempre llenarte de mil papeles con letras.

Te prometí también y así lo cumplí, y me costara la vida mantener como gran hidalgo la frente en la promesa, pero siempre siento que regresas; te prometí el día que nuestro sentir prestó para entregar nuestras letras en una urna que se supone veremos en 50 años. Aún tengo la fe de erratas.

Que nos amábamos así, descarados y nos escapábamos juntos con el aire en la cara o decidir pasar el resto de nuestras vidas sin reservas a salir del edificio.

Entregados a un propósito, a nuestros terceros que cuidaríamos toda la vida, tus mejores creaciones, tu mejor reflejo de amor, porque algo que has hecho bien, es amar hasta enloquecer y matar para jamás morir.

Cuando te abrace por vez primera ya en la vida nuestra, no supe describir el calor que sentí, y la esperanza de haber encontrado a mis dos aristas de vida.

Y te prometí que siempre iba a cargar con tu equipaje cuando la esquina no te pareciera adecuada, te prometí sufrir por todo lo que te doblara las rodillas. Te prometí que cuando tú no pudieras, así fuera una década entera, yo me iba a entregar para matar a ese enorme sentimiento de incertidumbre que escupía culpas, que siempre a ti y a mí nos podía.

Te jure que nunca me iba a vencer nadie, por volver a vernos alumbrarle a quien pasara cerca de ti y mío, por eso daría hoy y más. Te fallé cabrona.

Lo mejor que puedo hoy entregar, es ese párrafo que grita que te amé muchísimo cuando me dañaste a romperme, y así volví a enamorarme de ti cuando tu naturaleza volvió a rasparme, porque así de ese ser me enamore.

Ese párrafo que grita que lograste dejarme sin voluntad, a perder todo porque le diste mil promesas a un hombre.

A ser la mujer que más adoré cuando no reías y daba yo mi vida entera por ella aunque nadie se lo crea. Ahí te amé más, porque cumpliste todas tus promesas pero nunca me dijiste para cuando, te amé más porque eras y seguías siendo tu misma, la perversa hermosa de la que no podía despegar mis ojos con esa blusa negra cuando por vez primera te jure y te hice el amor.

 

Entendí que siempre podías ser tu cuando todo iba mal, eras mi piedra angular, tu boca ponía en mi cabeza letras, letras que escribí de Rebeca y Lucas por culpa tuya, sabiendo que ellos también se iban a dejar.

Y te cumplí todas mis promesas y estuve por todos tus martes de soledad aunque no lo pediste, pero me olvide que yo mismo era la bomba de tiempo.

Pero siempre dentro de todo este sentimiento chalado, siempre sabía que nos íbamos a perder y que iba a cargar contigo cada mañana que soñara que ibas a entrar por el umbral de la puerta, pero saber también que jamás vendrías ya por siempre y aun así termine cargando contigo.

A sabiendas del fracaso, así lo cumplimos. Y hoy ya deje de culparte y de hacerme responsable de mi porcentaje de culpa a que todo se nos fuera al carajo, Pero dios mío, que bien nos veíamos los dos tan flacos.

bottom of page