top of page

Ridícula y hermosa ocasión.

 

De por  sí ya es bastante curioso el comportamiento del ser humano, y cuando aflojan o tensan un par de cuerdas en ti te das cuenta que aun puedes ser de lo más impredecible, más aun de lo que te hubiera gustado en un inicio, tienes, por decirlo de alguna manera ya una configuración de tus emociones y de cómo serán los actos que estas arrojen. Ahora imagínate que un buen día se aparece frente a ti la más grande oportunidad que en tu vida has tenido, quizá es porque nunca pensaste que tendrías semejante chance ni que pudieras ser merecedor de una dicha tan increíble, y dentro de ti sabes que todo eso va a explotar en algún momento, sin importar lo bello que sea, pero hundido en la tertulia que es el confort del humano con su interior, te importa un carajo y decides solo continuar, continuar alimentándote de aquello que te cura las heridas que por tanto tiempo portaste, cargaste y enseñaste orgulloso para mostrar que eres cosa seria y que nadie debería de meterse contigo, porque si sobreviviste a eso,  ¿Qué no podrías hacer de daño a quien atente en contra tuya?.

Esas heridas que te convirtieron en la fortaleza que anhelaste desde pequeño, porque cuando pequeño muchas veces solo pudiste vivir espantado de tu propio juicio y de cómo te enfrentarías a la vida “cuando grande”, pero pareciera que cuando encontraste semejante caja de pandora, todo está solucionado, todo, absolutamente todo, y crees que inclusive ayudara a los demás tanto como a ti, porque seamos honestos, cuando comienzas a brillar intensamente alcanzas a salpicar pero si a todos a tu alrededor, no importa que todos los que te ven sepan lo mismo que tu; “esto le va a explotar en la cara”, ¿qué hacer entonces?.

 

 

Son chingaderas eso de que los hombres no lloran, y pues por decirlo de mejor manera; “es estúpido pensar que el ser humano no ha de sufrir por gozar de días soleados”, porque empiezas a desprenderte de ese amor tan fuerte que le tienes a la penumbra y a la soledad, empiezas a mostrarte un poco más cómo crees que eres (bueno, al final todo ser humano tiene destellos de bondad sin importar su misantropía ni el cristal sociópata y egoísta con el que juzgue sus propios actos), comienzas a mostrarte entero, pleno, no roto, fuerte y con la fe más grande del mundo, porque en ese momento sabes perfectamente que no puede detenerte nada, o no, realmente lo único que podría frenarte es lo mismo que te está impulsando.

 Y es que no importa si a pesar de tanto pavoneo emocional no puedes mostrarte inquebrantable, porque ahora presumes con más orgullo aun esas heridas que te hicieron llegar ahí, y es maravilloso porque todos dejan de verte como una pobre alma en pena, como un perro abandonado, digamos que eres ese animal de jauría que termino mordido por sus propios colegas y alguien llego a ayudarte para que una vez más pudieras erguirte sobre tus patas y gritarle al mundo con un aullido que estas de regreso, y en equipo una vez más, solo que esta vez tan distintos tus comparsas, de regreso en ese escalón que la mayoría de personas dirían que es “un bienestar anhelado”, pero esta vez ya no te miran como un animal herido sino como una hermosa bestia que ahora puede sonreír en lugar de solo morder e inyectar veneno a su paso, un ser increíble que sin duda es ejemplo de enseñanza  y temple.

 

Y pierdes la cuenta de las veces que lograste despertar sonriendo y que lograste ir a la cama y dormir en 90 segundos, porque ese maldito cenit de felicidad no te permite ver ya lo malo de este mundo, ahora tienes unos ojos diferentes donde aprendes a ver con ternura las carencias de los demás y no solo a observar la mierda de este mundo y no asquearte de ella, sino que te vuelves analítico con ese corazón que tienes y ¿por qué no? Pero claro que de eso se trata el cariño y el amor, de cegarnos para poder disfrutar realmente de nuestra condición humana, y no es que al cegarte no puedas ver las cosas claras, se trata que cuando esa fuerza tan grande termina tapándote los ojos, aprendes a sentir realmente y dejas de pensar en babosada y media que no vas a necesitar. Aprendes a caminar de la mano con alguien y repartirle un tanto y tanto de tu ya condenada felicidad a cualquier miserable que se te atraviese en frente.

Aprendes que existe una sola religión; el amor, un solo lenguaje; la humanidad y que de existir un dios, sería algo parecido a amar pero incrementado a un infinito esta sensación, es increíble siquiera poder concebir el mundo de esta forma, cuando te inundan los químicos y reacciones adecuadas para asemejar que una sonrisa tuya sea lo más parecido a la felicidad de un niño. Pero es ahí justo ahí, cuando nos olvidamos que ni todos los niños son felices y que tal vez ni un solo dios exista o quizá existan miles de ellos a la concepción de cualquiera de nuestros semejantes. Es ahí cuando la desesperación y el pinche miedo comienzan a nublarte la cabeza, porque cuando más tienes que perder menos tienes que ganar y solo disfrutar de tu inconcebible éxito. Es ahí cuando comienza la incertidumbre.

Pienso que hay un momento en el que recuerdas completamente como empezó todo y sabes que este es el punto que temías llegara, el punto donde un increíble, maravilloso y honesto remedo de “ser humano” te quita los últimos 3 bloques que te sostienen de hundirte completamente en esa piscina donde está totalmente prohibido nadar por tu vida, porque cuando llegaste ahí alguien te dijo que tienes que perder todo para poder encontrar el mejor curso que te lleve a llenarte una vez más de pertenencias emocionales. Que tendrás que volver a recolectar todos los pedazos de tu personita como la vez primera que se fue de este mundo alguien a quien amaste y te quedaste únicamente con tu mundo, pero revuelto en mil hojas pequeñas. Esas horribles cuatro paredes donde gritas y te golpeas la cabeza hasta sangrar y que por periodo indefinido de tiempo, está totalmente prohibida la entrada a cualquiera, pues es un terror enorme que alguien entre ahí solo para burlarse de como tienes harapos en lugar de ropa, de cómo incluso la mierda te resulta atractiva porque tus ojos están tan lastimados para poder mirar la luz de noche, esa luz que tantas historias increíbles ha escuchado. Vives con miedo días que parecieran meses y años que parecieran días, te despiertas aterrado y estas agotado todo el tiempo, estas harto de ti mismo y no eres ni siquiera suficientemente bueno para tu familia, porque tu mundo es un mundo de porquería donde no es buena idea dejar entrar a nadie porque sabes que se quedaran ahí, gritando contigo maldiciones días tras noches y mejor es solo asomarte de vez en cuando por una ventana para saber que aún sigue ahí el exterior que no mereces.

 

 

Pero cuando le das vueltas a ese pensamiento te das cuenta que aún existe una pizca de bondad en ti y aparece un algo o alguien que te vuelve a hacer tirar esa ridícula lagrima de esperanza y te ayuda a levantar todo el desorden que hiciste, te recuerda tanto a como tu madre te ayudaba a recoger tus juguetes después de un largo día de juego o incluso tal vez a cómo te gritaba que comenzaras a recoger tu desmadre, solo que esta vez estas recogiendo un desmadre emocional que pensaste ya no tendría ni orden ni tren de pensamiento alguno, y recuerdas ese amor y dejas de verte gris y el espejo te vuelve a mostrar esos ojos del infante aterrorizado que eras cuando tu madre te dejo en el colegio por primera vez, ¡pero que emocionado y espantado estabas ese día!, y sabes que va a ser un placer enorme volver a subirte a esa montaña rusa y le sonríes de vuelta a la persona que te regalo de nuevo la risa y así tomas de la mano de esta persona, o aunque sea comienzas a aplaudir por el momento, tomas esa mano tuya o ajena y sin saber cuánto va a durar ni como vaya a ser, decides lanzarte a por ello, porque sabes que va valer la pena  el viaje y que a cada paso en la porquería has de encontrar que lo ridículo de esta vida se basa precisamente en eso; nuevas oportunidades de recoger las mil hojas del suelo.

bottom of page